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Innovación sostenible en las entidades públicas: clave para una transformación profunda y con sentido

  • Foto del escritor: Baladre Desarrollo
    Baladre Desarrollo
  • 28 may
  • 9 Min. de lectura

La sostenibilidad ya no es un lujo ni un añadido opcional en las políticas públicas. Es un imperativo estructural. En paralelo, la innovación ha dejado de ser sinónimo exclusivo de tecnología o modernización digital. Cuando hablamos de innovación sostenible, hablamos de la capacidad de nuestras administraciones públicas para repensarse, transformarse y actuar con responsabilidad ecológica, justicia social y eficiencia institucional. Es decir, hablamos de una administración pública más preparada para los retos de hoy... y del mañana.


¿Qué significa innovar sosteniblemente desde lo público?

La innovación sostenible en el sector público va mucho más allá de digitalizar trámites o adoptar nuevas tecnologías. Se trata de una transformación profunda del modelo de gestión pública, donde la sostenibilidad —ambiental, social y económica— se convierte en un principio rector que guía todas las decisiones y actuaciones. Es un enfoque estratégico que busca no solo mejorar la eficiencia institucional, sino generar valor público a largo plazo y responder de forma ética a los grandes desafíos de nuestro tiempo: el cambio climático, la desigualdad, la pérdida de biodiversidad o la crisis energética.

Innovar sosteniblemente desde lo público implica varios elementos clave:


▸ Repensar procesos administrativos para que sean más ágiles, eficientes y menos contaminantes

Esto supone revisar cómo se diseñan y ejecutan los procedimientos administrativos para eliminar burocracia innecesaria, reducir el uso de recursos físicos (como papel, energía o desplazamientos) y mejorar la experiencia ciudadana. Implica:

·       Apostar por la administración sin papeles, integrando plataformas digitales inclusivas y accesibles.

·       Optimizar los tiempos de respuesta y los flujos internos, con criterios de ecoeficiencia.

·       Reducir la dependencia de oficinas físicas fomentando el teletrabajo público responsable.

No se trata solo de hacer más con menos, sino de hacer lo justo de forma más inteligente, conectando eficiencia institucional y compromiso ambiental.


▸ Integrar la sostenibilidad como criterio de decisión en todas las áreas de la gestión pública

La sostenibilidad debe estar presente en cada política, programa o contrato. Esto implica:

·       Incluir cláusulas verdes y sociales en la contratación pública (por ejemplo, favorecer empresas con compromisos medioambientales, de empleo inclusivo o economía circular).

·       Establecer criterios de sostenibilidad en la movilidad institucional: vehículos eléctricos, incentivos al transporte público o compartido, videollamadas frente a desplazamientos innecesarios.

·       Transformar los espacios de trabajo públicos para que sean saludables, accesibles y eficientes energéticamente.

·       Asegurar que la formación continua del personal público incorpore contenidos en sostenibilidad, economía ecológica, justicia climática e innovación institucional.


▸ Desarrollar liderazgo institucional sostenible

La sostenibilidad exige un nuevo tipo de liderazgo público: valiente, participativo y con visión de largo plazo. Las decisiones no pueden centrarse solo en la inmediatez o en los ciclos políticos. Innovar sosteniblemente requiere líderes públicos que:

·       Promuevan una cultura organizacional basada en valores: transparencia, corresponsabilidad, solidaridad intergeneracional.

·       Impulsen el cambio desde dentro, generando alianzas y cuidando el capital humano de la administración.

·       Actúen como referentes éticos, combinando el cumplimiento normativo con un enfoque transformador.

Abrirse a la colaboración y cocreación con el entorno

La innovación sostenible no nace en despachos cerrados. Surge del diálogo, la escucha activa y la inteligencia colectiva. Las entidades públicas deben abrirse a:

·       Empresas locales comprometidas, que pueden ser proveedoras de soluciones sostenibles.

·       Universidades y centros de investigación, como aliadas para el diseño de políticas basadas en evidencia.

·       Organizaciones sociales y vecinales, que aportan experiencia de base y visión comunitaria.

·       La ciudadanía en general, como co-creadora y evaluadora de las políticas públicas.

Generar ecosistemas locales de sostenibilidad donde la administración actúe como catalizador del cambio es una de las claves de la innovación pública del siglo XXI.


▸ Aplicar enfoques circulares en la gestión de los recursos públicos

La economía circular no es solo para el sector privado. Las administraciones públicas pueden y deben aplicar sus principios para reducir su huella ecológica y promover un uso responsable de los recursos:

·       Adoptar sistemas de reutilización y reciclaje de materiales en oficinas, centros educativos, instalaciones deportivas, etc.

·       Promover compras responsables, priorizando productos duraderos, reparables y de bajo impacto.

·       Apostar por la gestión energética eficiente: auditorías energéticas, instalación de energías renovables en edificios públicos, alumbrado LED y sistemas inteligentes.

·       Diseñar servicios públicos que minimicen residuos y favorezcan la reutilización (por ejemplo, programas de compostaje comunitario o bancos de materiales).

¿Por qué las entidades públicas deben liderar esta transformación?

Porque tienen una responsabilidad única: garantizar el bienestar común y los derechos colectivos, especialmente en un contexto de emergencia climática y transformaciones profundas. Las administraciones públicas están en una posición privilegiada para impulsar cambios sistémicos. No solo regulan, también pueden innovar desde el ejemplo:

  • Son grandes consumidoras de bienes y servicios: aplicar criterios de compra pública verde puede transformar mercados enteros.

  • Son grandes empleadoras: formar en sostenibilidad a su plantilla, cuidar el bienestar laboral y adoptar modelos de liderazgo transformador tiene un efecto multiplicador.

  • Son espacios de referencia para la educación ciudadana: comunicar y actuar desde una lógica de sostenibilidad genera cultura de corresponsabilidad.


¿Cómo se traduce esto en acciones concretas?

La innovación sostenible no es una idea abstracta ni una declaración de intenciones. Es una práctica en expansión que ya está tomando forma en múltiples niveles de la administración pública: municipal, autonómica, estatal y supranacional. Estas acciones concretas responden a las competencias y capacidades de cada administración, pero todas comparten un mismo espíritu: transformar la gestión pública para hacerla más justa, resiliente y ecológicamente responsable.

A continuación, destacamos algunas de las iniciativas más representativas que se están implementando en diferentes territorios y que sirven como inspiración para avanzar en esta senda:


▸ Planes municipales de acción climática con participación ciudadana real y presupuesto asignado

Cada vez más ayuntamientos están desarrollando planes locales de acción climática para cumplir con los compromisos del Pacto de los Alcaldes y otras estrategias supranacionales. Lo verdaderamente innovador es cuando estos planes:

·       Se elaboran con procesos participativos auténticos, donde la ciudadanía, colectivos vecinales y técnicos municipales co-diseñan las medidas.

·       Incluyen indicadores de seguimiento público y mecanismos de rendición de cuentas.

·       Vienen acompañados de presupuesto propio, evitando que queden en papel mojado.

Ejemplos comunes incluyen zonas de bajas emisiones, proyectos de revegetación urbana, promoción del autoconsumo energético o programas de sensibilización climática en barrios vulnerables.


▸ Digitalización de trámites que reduce tiempos, costes y consumo de papel, a la vez que mejora la accesibilidad

La transición hacia una administración digital no solo mejora la eficiencia, también tiene un impacto ambiental positivo:

·       Disminuye significativamente el uso de papel, tinta, desplazamientos y tiempos de espera.

·       Facilita el acceso a la ciudadanía, especialmente en zonas rurales o con necesidades especiales, si se garantiza la accesibilidad digital universal.

·       Libera tiempo del personal público, que puede dedicarse a tareas de mayor valor añadido.

La clave está en acompañar estos procesos de formación digital inclusiva y de una atención personalizada para evitar nuevas brechas de exclusión.


▸ Programas de economía circular local

Varias entidades locales están adoptando modelos de economía circular como eje de su desarrollo sostenible. Algunas iniciativas destacadas:

·       Bancos municipales de materiales para obras, ferias, centros educativos u organizaciones sociales, que permiten reutilizar recursos públicos.

·       Mercados de segunda mano gestionados por los ayuntamientos, donde se promueve la reparación y el intercambio.

·       Subvenciones o bonificaciones fiscales para actividades de reparación, reutilización o reciclaje.

·       Instalación de puntos limpios inteligentes que premian a la ciudadanía por separar correctamente sus residuos.

Estas acciones no solo reducen residuos y emisiones: también generan empleo local y fomentan una cultura de consumo responsable.


▸ Estrategias de bienestar organizacional público

Innovar sosteniblemente también significa cuidar a quienes hacen funcionar la administración: sus trabajadoras y trabajadores. Por ello, muchas instituciones están impulsando estrategias de bienestar organizacional que:

·       Combinan flexibilidad horaria, trabajo híbrido y conciliación corresponsable, sin perder calidad en el servicio.

·       Fomentan la salud física y mental del personal público, con espacios saludables, pausas activas, asesoramiento psicológico o gestión emocional.

·       Incorporan la formación continua en sostenibilidad, liderazgo ético y trabajo colaborativo, preparando a los equipos para un entorno de cambio constante.

Esta visión humanizada de lo público refuerza el compromiso del personal y mejora el clima laboral, la productividad y la capacidad de adaptación institucional.


▸ Laboratorios de innovación pública

Cada vez más administraciones están creando laboratorios de innovación —espacios físicos o virtuales donde se experimentan soluciones a desafíos complejos con metodologías creativas y colaborativas. Estos labs:

·       Trabajan en torno a retos reales como la transición energética, la movilidad sostenible o la inclusión social.

·       Implican a distintos perfiles: personal técnico, ciudadanía, sector privado, expertos externos...

·       Utilizan herramientas como el diseño centrado en las personas, el pensamiento sistémico o el prototipado rápido.

·       Evalúan y documentan aprendizajes para replicar lo que funciona.

Además, algunos de estos laboratorios se enfocan específicamente en la sostenibilidad, como los “living labs climáticos”o los labs de economía del bien común, convirtiéndose en motores de cambio institucional.

El reto: pasar de los discursos a la acción estructural

Aunque muchos planes estratégicos ya incorporan referencias a la sostenibilidad, aún queda mucho por hacer para que estas palabras se traduzcan en cambios reales, medibles y transformadores. Para ello, es imprescindible:

  • Inversión en formación del personal público: la sostenibilidad requiere nuevas competencias técnicas, relacionales y estratégicas.

  • Espacios de experimentación y pilotaje: sin miedo al error, sin exigencia de resultados inmediatos, con apertura al aprendizaje continuo.

  • Compromiso político y técnico: que conecte los grandes discursos con el día a día de la administración.

  • Medición de impacto: indicadores claros, no solo económicos, también sociales y ambientales.


¿Qué puede aportar Baladre Desarrollo?

En Baladre creemos firmemente que las entidades públicas son agentes clave en la construcción de un futuro más justo, resiliente y sostenible. Por eso, ofrecemos un acompañamiento integral en procesos de innovación sostenible, que puede incluir:

  • Diagnóstico institucional y diseño de estrategias de sostenibilidad pública.

  • Formación de equipos en liderazgo sostenible, cambio climático, economía circular, igualdad y salud organizacional.

  • Facilitación de procesos participativos y cocreativos para diseñar políticas y servicios públicos sostenibles.

  • Asesoramiento en la incorporación de la perspectiva ecológica y social en licitaciones, presupuestos y proyectos públicos.

  • Diseño e implementación de planes de acción climática local con impacto medible.


Una administración del siglo XXI debe ser innovadora, transparente y profundamente sostenible

Vivimos un tiempo de transformaciones profundas. El cambio climático, la revolución digital, las desigualdades crecientes, la crisis de confianza en las instituciones y las nuevas demandas ciudadanas exigen una renovación profunda del sector público. No basta con hacer lo de siempre, ni siquiera con hacerlo un poco mejor. Lo que se necesita es una nueva forma de pensar, decidir y actuar desde lo público.

En este contexto, la innovación sostenible no es solo un campo de oportunidad para modernizar servicios o mejorar la eficiencia. Es, sobre todo, una necesidad histórica y un imperativo ético. Representa el único camino viable para que nuestras administraciones estén a la altura del momento que vivimos y del futuro que debemos construir colectivamente.

Una administración del siglo XXI debe ser:


▸ Innovadora, porque los problemas del presente no se pueden resolver con las soluciones del pasado.

La administración pública debe asumir un rol activo como agente de cambio, capaz de anticiparse, experimentar y adaptarse. Innovar no significa improvisar, sino actuar con creatividad, método y visión estratégica. Significa generar valor público mediante nuevas formas de trabajar, de colaborar y de generar impacto. La innovación no es solo tecnológica: es también organizativa, relacional, cultural y ética.

▸ Transparente, porque la confianza ciudadana es un bien frágil que se construye con coherencia y rendición de cuentas.

Una administración transparente escucha, comunica, explica y rinde cuentas. Promueve la participación activa de la ciudadanía en la definición de las políticas públicas y comparte datos, decisiones y resultados de forma abierta. La transparencia es condición necesaria para la legitimidad institucional, pero también para la eficacia de cualquier estrategia de sostenibilidad o innovación.

▸ Profundamente sostenible, porque no hay calidad institucional sin justicia climática, social y económica.

La sostenibilidad no puede ser un apartado en los planes estratégicos ni un complemento decorativo. Debe ser el marco desde el cual se define todo lo demás: cómo se asignan los recursos, cómo se evalúan los impactos, cómo se define el éxito institucional. Ser sostenibles implica actuar con responsabilidad intergeneracional, garantizando los derechos del presente sin comprometer los del futuro. Significa también cuidar el entorno, a las personas que trabajan en la administración y a las comunidades a las que sirven.


Un momento de decisiones valientes

El contexto actual exige audacia institucional. La innovación sostenible no es cómoda, ni inmediata, ni neutra. Implica cuestionar inercias, abrir procesos, redistribuir poder y asumir riesgos. Pero también abre la puerta a una administración pública más conectada con su propósito, más resiliente ante los desafíos globales y más capaz de generar bienestar colectivo.

El sector público tiene el poder —y la responsabilidad— de liderar la transición hacia un modelo de desarrollo más justo, inclusivo y respetuoso con los límites del planeta. No se trata solo de adaptarse al cambio, sino de ser protagonistas del cambio.

Desde Baladre Desarrollo, creemos firmemente en esa visión transformadora de lo público. Apostamos por una administración que no solo funcione, sino que inspire. Una administración que innove con sentido, que actúe con valores y que deje huella... pero no una huella ecológica, sino una huella social positiva.



 
 
 

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